Esta
historia ocurrió cuando todavía había gente muy podre en el mundo,
y los ricos eran muchos, eran crueles lo querían todo para ellos.
Ana
es una niña rica, mimada en fin como son todos los ricos, esta niña
posee una mansión para ella sola y aun así no esta contenta. La
otra niña de esta historia es Diana, Diana no tiene nada que ver con
Ana primero no es rica y lo que es mas importante no es tan cruel
como ella, es sencillamente pobre pero a ella eso no le importa.
La mansión de Ana |
Mientras
tanto Ana viene en su limusina camino de lo que era su mansión.
Cuando pretende abrir la puerta se da cuenta de que se ha dejado las
llaves en su caja de color rosa. ¿ Que sera ahora de ella ? ¿ Se
quedara Diana con todo ? Por supuesto que Ana no lo podía permitir,
entonces recordó que la puerta de atrás de la mansión siempre
estaba abierta por si pasaban cosas como estas. Fue hacia ella pero
nada la puerta estaba cerrada ¿ Quien la había cerrado ? Cuando
todas sus esperanzas estaban perdidas, vio a su mayordomo personal
cogiendo una llave que se encontraba en la caseta del perro ¡ Claro
la llave de repuesto de la casa ! Entro rápidamente estaba
enfadadisima, quería descubrir al que había cerrado la puerta.
Cuando entro en su cuarto vio a Diana con su vestido favorito puesto,
y jugando con sus mejores muñecas. Ana empezó a reclamarle:
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¡ Pero que haces aquí jugando con mis muñecas ! ¡¡¡DAME AHORA
MISMO LAS LLAVES !!!
_
Pero...yo... ¡Son mías !
Empezaron
a discutir y al final la que se quedo con las llaves de todo fue Ana,
pero no por mucho tiempo... Ana empezó a andar hacia la caja para
guardar las llaves, y a escondidas Diana le puso la zancadilla. Al
caerse la niña rica también se le cayeron las llaves, y veloz como
el viento Diana las cogió y encerró en la habitación a la otra
niña. Cuando ya todo era suyo Diana no se sentía bien, sabia que
había actuado mal con esa niña que al principio lo que quería era
ayudarla. Pero no solo por eso se sintió mal si no también por todo
el poder que tenia, todo lo que siempre había querido ahora no lo
quería.
Abrió
la puerta donde encerró a Ana, le devolvió las llaves. Las dos
habían aprendido una lección de que el poder no lo es todo y que
algunas veces la codicia puede con nosotros. Así las dos se
abrazaron y prometieron que eso no iba a pasar nunca mas, pero por la
parte buena eso les llevo a ser amigas.
ANA Y DIANA |